Las Vegas, Parques Nacionales: Grand Canyon, Zion, Bryce Canyon y Capitol Reef

Y después de disfrutar de la naturaleza el cuerpo también pide un poco de ciudad, pero fue demasiado: llegamos a Las Vegas, madre por excelencia de la "civilización". Manejando en el medio del desierto, donde no hay nada pero lo hay todo, unos paisajes hermosos nos brindan los últimos minutos de manejo por las rutas de Nevada, hasta que una masa de edificios aparece de sopetón... Las Vegas. No, no es una montaña más, es una pirámide de vidrio...

Por suerte la locura de las autopistas nos desembuchó en la casa de Philip.

"Para dónde van ahora?", nos dijo en Death Valley, cuando lo conocimos mientras visitábamos el Parque Nacional.

"A Las Vegas", respondimos.

"Entonces vienen a mi casa", dijo contento sacando su tarjeta y sonriendo. Sin vasilaciones, sin dudas, sin miedo.

Ese miedo que teníamos antes de entrar a este país está desapareciendo, los estadounidenses son diferentes, claro, por un montón de cosas, pero podemos empezar a confirmar que la SOLIDARIDAD es un factor común en toda AMÉRICA.

Ahí aparecimos entonces, en la casa de Philip donde disfrutamos unos espectaculares días de comodidad y familiaridad, ya que también estaba hospedada en la casa Gisele, una argentina que está acá por intercambio.

Philip no sólo nos brindó su calidez humana, sus lindas charlas y algunos conceptos interesantes. También nos dejó con la idea de andar nuestro auto con aceite usado, nos incorporó un placer desconocido en nuestras vidas: el sushi, y nos dejó hacer algo que sólo se vive una vez: andar en un Mercedez a 240 km/h, y algo mejor todavía, manejarlo.

Y empezamos a sentirnos culpables cuando creemos que estas son sólo cosas materiales o comestibles a las que no deberían dársele tanta importancia, pero después nos volvemos a sentir bien cuando salimos a la realidad de esta ciudad y vemos a las millones y millones de personas que pasan todos los días por este laberinto de ruletas, hoteles lujosos, black jack, reina de corazones, imánes bolsos y remeras con inscripciones de "Las Vegas", alfombrados de todos los colores, 178.354.000 lucesitas en cada cuadra, alguna mujer resaca de su década estrella, los '80, que se pone la mini creyendo lucir las mismas piernas, rimel corrido, pelo súper rubio y labios rojos mal pintados, hombres de traje y zapatos de punta, y no falta el sombrero cowboy, jugando de a dos mesas a la vez, apostando en un segundo el mismo dinero que a nosotros a nos llevó hacer todo este viaje.

Cosas que esperamos pasen en un sólo lugar en el mundo. Y así como nos gusta conocer todo: lo bueno, lo malo, lo fantástico, lo extraño, lo diferente, lo único, lo de siempre; también nos parece genial conocer lo exhorbitante, y esa es nuestra palabra para definir a Las Vegas.

Siguiendo ahora por las rutas de Arizona los paisajes se vuelven cada vez más exóticos. Nos acoje la famosa "Rout 66" por algunos cientos de kilómetros, aunque hay que parar porque la noche llega. Una casa abandonada al borde del camino es nuestra guarida. Creyendo que nadie nos ve, estacionamos y los citroamigos arman su carpa. Al día siguiente aparece una patrulla. Claro, los chicos en su película de Hollywood creyeron que terminarían en la comisaría. Pero el muy amable sheriff se acerca sólo a preguntar si todo está bien.

Empezamos a darnos cuenta que, así como hay mala información dando vueltas en el mundo de Colombia, El Salvador, Nicaragua o México, también la hay del país que visitamos hoy.

Y una serie de Parque Nacionales se viene ahora: El Gran Cañón fue el primero. Qué comienzo...

En un bosque continuo al enorme Parque nos instalamos. Camping total, ahora sí: con duchas solares!! El primer uso precisamente no fue la ducha, sino que los muchachos la encontraron útil para lavar los platos.

Dejamos los autos y salimos a caminar por el bosque para tratar de salir algún día al Cañón. Tres o cuatro horas pasan, en las que nos creímos perdidos pero ayudó la brújula, hasta que aparece ante nuestros ojos un paisaje increíble. La inmensidad de un lugar único en la tierra nos deja con la boca abierta:

Unos cuantos días y nos nos queremos ir. Después de un mes y medio juntos nos separamos con los Citro-amigos. Siguen camino, nosotros nos quedamos porque lo que sigue es una caminata rumbo a las profundidades del Cañón.

Bajar y bajar por las cornizas es escalofriante, allá abajo están las enormes grietas eternas que deja el Río Colorado quien a lo lejos también se divisa... y cada vez más cerca porque cada vez bajamos más. Miramos a nuestro alrededor y nos sentimos más chiquitos que nunca.

Después de unas cuatro horas inmersos en el Cañón nos decidimos a volver y en el mismo momento que nos reencontramos con La Celestina comienza a nevar, nieve y más nieve... qué frío!!

Por supuesto ni pensar en una ducha... Sopita, peli y a la cama?? Sí! Mejor! No sabemos con qué más tapar los agujeritos de la Estan por los que entra un interminable y bien definido CHIFLETE... Al rato cuando el pis llama, queremos volver al mundo pero al abrir la ventana nos encontramos con un paisaje bien cambiado:

Todo nevado!!!

Hay que salir, no nos aguantamos ni el pis ni las ganas de sacar fotos... y bueno, también de guerra de bolas de nieve!

Unos días más recorriendo el Parque sin querer irnos, de paso vendemos algunos libritos en una parada por los miradores.

Después, unas noches durmiendo a nuestra manera: improvisación. Así aparecen amigos como la pareja de viejitos alemanes que nos invitó a su motor home a tomar un cafecito, charlar y mirar fotos; y lugares geniales como este río que parece en el medio del paisaje Flinstones por excelencia.

Pero hoy el protagonista no es Pedro Picapiedra sino Popeye!

La ruta de los Parques Nacionales sigue y lo que sigue es lo mejor: Parque Nacional Zion.

Este sí es un Parque chiquito pero repleto de lugares espectaculares. Enormes montañas con enormes paredes de piedras. Miramos hacia arriba todo el tiempo, díficil manejar. Mejor dejemos la camioneta en estacionamiento y usemos el servicio de buses de los Parques Nacionales. No podemos dejar de "chuparle las medias" a los Parques Nacionales de Estados Unidos, el servicio es increíble.

Los colectivos gratis brindan un recorrido por todo el Parque, te podés subir y bajar las veces que quieras combinando tours en las diferentes paradas. Lo que vemos en nuestra primera vueltita no lo podemos creer. Ansiosos esperamos al día siguiente para subir alguna de esas montañotas y ver todo esto desde arriba.

Pero dónde dormimos? Por supuesto los campings están geniales, pero por supuesto nuestra ley es clara: no podemos pagar para dormir. Y bueno, improvisación en el estacionamiento del Parque. Creímos que a media noche vendría el guardaparques a decirnos "No se puede pernoctar aquí señores", pero nadie vino, es más, pasan los días y los muchachos siguen en el mismo lugar... ya hasta nos van a extrañar cuando nos vayamos!!

Caminatas increíbles, lugares locos, subidas agotadoras y escaladas que dan vértigo nos brindan vistas de un lugar impresionante, el Zion no nos deja irnos.

Pero cuando al fin hay que seguir, nuestra despedida es la mejor: Brenda, integrante del Foothills Messouri School, nos invita a cenar y a que demos una charla en el campamento que están haciendo con padres y niños de la escuela.

Estuvo hermoso: las sonrisas de los chicos al ver un carrito tan gracioso, las preguntas inimaginables creyendo que venimos del más allá, los malvaviscos al fuego y las charlas con los papás en el fogón nocturno, además de su ayuda comprando unos cuantos libros... GRACIAS!!

(Brenda if you read this please write us again, we couldn't contact you, the e-mail address you gave us is wrong)

Antes de despedirnos del Zion Juancho no se aguanta más y dice: "a escalar en alpargatas", un par de boulders al costado de la ruta nos hacen frenar. (No fue el "Dark side of the moon" pero algo es algo)

La siguiente parada es el Parque Nacional Bryce Canyon, un lugar de formaciones raras que nos dan un paisaje hermoso, ahora en medio de la caminata nos sentimos perdidos en algún lugar del medio oriente...

Estos Parques son hermosos, elegimos el centro del país para subir porque sabíamos que por acá había muchos, y más al centro todavía hay más, pero tenemos que acordarnos de algo: la camioneta necesita sus bujías de precalentamiento nuevas que ya están viniendo desde Argentina y tenemos que cambiarlas en la próxima gran ciudad, Salt Lake City (GRACIAS PAPÁ POLO!, GRACIAS TIO LUIS!). El clima por esta zona es muy frío, la nieve no desaparece y cada mañana arrancar la camioneta es un sufrimiento. A pesar de los intentos de resguardarla del frio con mantas, lonas y una buena calentada con el sol por un par de horas, la Celestina dice basta y se queja sin parar.

Por eso dijimos basta de andanzas por estas alturas y decidimos hacer una pasadita rápida por un último Parque: el Capitol Reef, antes de seguir viaje por los freeways que nos llevaran al reencuentro con las ciudades y nuestras bujías...

Ya les contaremos cómo nos va con eso!!